La gratitud expande nuestra mente y nos ayuda a vivir más allá de nosotros mismos. Por Emily Siwachok, Gerente de Mercadotecnia, El Arbinger Institute | Enero 8, 2019 Un año de agradecimiento. Hace algunos diciembres, John Kralik había tocado fondo. Su bufete de abogados estaba perdiendo dinero, pasaba por un segundo divorcio y tuvo que separarse de sus hijos. Tenía 20 kg de sobrepeso y vivía en un departamento ruinoso y, por si fuera poco, su novia acababa de dejarle. El día de Año Nuevo, cuando John hacía una excursión por las montañas, se le ocurrió que debería estar agradecido por lo que tenía en lugar de lamentarse por lo que había perdido, así que se comprometió a escribir 365 notas de agradecimiento en el año que comenzaba, una por día. Día tras día, nota tras nota, John escribió palabras de agradecimiento para sus socios, empleados de las tiendas, vecinos, sus seres queridos, los amigos de la universidad, también para sus enemigos y casi a cualquiera que había hecho algo bueno por él. Poco a poco, la vida de John empezó a cambiar. Cada nota representaba ese ladrillo sobre el que empezó a edificar una nueva forma de ver el mundo, una forma que le permitía ser diferente y obtener resultados diferentes. Desde una mayor estabilidad financiera, pérdida de peso y nuevas amistades, John transformó completamente su vida mediante actos de gratitud. Para la mayoría de nosotros, la historia de John nos provoca aprecio y quizás sorpresa. Si alguna vez has mostrado gratitud a alguien o por algo, y la mayoría de nosotros lo hemos hecho, hemos podido comprobar que mejora tanto nuestra actitud como nuestra perspectiva. Sin embargo, no siempre agradecemos lo suficiente. El autor Aldous Huxley observó una vez: “La mayoría de los seres humanos tienen una capacidad casi infinita para dar las cosas por sentado”. ¿A qué se debe? Una posible explicación a las palabras de Huxley, es el hecho de que a menudo nos atribuimos el mérito cuando las cosas van bien, pero culpamos a los demás cuando las cosas salen mal—lo que demuestra que estamos ciegos al mérito que tienen los demás cuando las cosas salen bien. Detrás de la ingratitud está el ego. La ingratitud nos invita a poner el foco en nosotros mismos, en nuestras necesidades y deseos. Nos lleva a creer que tenemos ciertos derechos o que nos corresponde algo y nos sentimos resentidos cuando el mundo no cumple con nuestras expectativas. Esto nos ciega a lo que otros hicieron para ayudarnos a alcanzar nuestros éxitos. De acuerdo con la literatura más reciente sobre liderazgo, podríamos decir que los antídotos más comunes al ego son la capacidad de autoconciencia y la humildad. Si bien estos atributos efectivamente nos ayudan a aliviar la ceguera de nuestro ego, el atributo que subyace a ambos es la gratitud. La gratitud nos libera de vivir para nuestro “yo estrecho” Al destacar los beneficios de la gratitud, G.K. Chesterton escribió: “Podría sostener que dar las gracias es la forma más elevada de pensamiento, y que la gratitud es la felicidad multiplicada por la capacidad de asombrarse”. En su cita, Chesterton dirige nuestra atención a la capacidad que tiene la gratitud de ver lo que hay más allá de nosotros mismos, de sacarnos suavemente de nuestro ensimismamiento, de nuestro ego y de abrir nuestros ojos a todo lo que nos ofrecen los demás. Según reflexiona Neel Burton, M.D., Al mirar hacia afuera, la gratitud nos ayuda a cambiar nuestro enfoque, pasando de mirar lo que nos falta o aquello por lo que luchamos, a lo que ya tenemos, abriendo así nuestros ojos a la recompensa que es la vida, algo que podemos admirar, que nos deleita y que podemos celebrar, en vez de olvidar, ignorar o dar por sentado cuando pasa por nuestro lado. Esta perspectiva mucho más amplia nos libera para vivir la vida, no desde nuestra “estrechez”, sino desde el esplendor de la vida misma. Como la gratitud “nos libera de vivir la vida desde nuestra estrechez”, en realidad nos invita a vivir para los demás—transformando nuestra vida dominada por el ego hacia una vida abundante que pone la atención afuera, la misma vida que John Kralik construyó día a día. Y nos atreveríamos a añadir que la gratitud puede conseguir transformaciones aún mayores. Un nuevo año repleto de gratitud Igual que hizo Kralik, con este post nos gustaría invitarlos a considerar un año de gratitud para este 2019. Agradezcamos cualquier cosa, desde el “puedo respirar” a la escucha sincera y auténtica de un amigo cuando le contamos nuestras tribulaciones, y también el esfuerzo y compromiso de las personas de nuestro equipo que lo dan todo para conseguir los resultados. La gratitud es el antídoto del ego, el remedio de vivir para nuestro “estrecho yo” y la gran oportunidad de abrazar la amistad, la salud y la abundancia de la vida. |