¿Te contraes al solo pensar en que tu jefe te visite? Jefes, ¿su presencia provoca ansiedad en su gente? Si es así, he aquí una vieja lección militar para ti. ————- Por Brady Reed, Gerente estratégico de cuenta, The Arbinger Institute - Marzo 08, 2018 ———- Cuando era un jóven teniente, participe en el Curso de carrera de Capitán con la intención de prepararnos para dirigir una compañía y asumir otros puestos de mandos medios. Un conferencista invitado, el Teniente Coronel Charles “Chuck” Haven, se dirigió a nuestra clase. El dijo que deberíamos presumir nuestras tropas invitando a nuestros jefes a inspeccionarlas u observarlas en acción. Bueno, yo era cínico acerca de esta idea. Ya había participado yo en innumerables eventos durante los cuales la gente se volvía loca para poner las cosas en orden sólo porque sabían que el nuevo jefe (o en lenguaje militar, “El viejo”) iba a darse una vuelta. En esas situaciones, no parecía haber ninguna “presunción”. En lugar de eso, había mucho de “aparentar” sólo lo suficiente para impresionar al jefe. En frustración y con algo de esceptisismo, pregunté abruptamente al Teniente Coronel, ¿Cuál es la diferencia entre eso y un “show de perro y pony” (lease falso)? Lamenté mis palabras casi tan pronto como las expresé. Llegué a lamentarlo aún más cuando me presente poco después a una nueva asignación con la primera división de caballería en Fort Hood, Texas. Aparentemente, Chuck—el Teniente Coronel—¡era mi nuevo jefe! (¡Oops!). Trabaje para el alrededor de dos años tanto como su oficial personal y luego como su comandante de compañía. Lo que vine a aprender fue que Chuck estaba en lo cierto. Debemos invitar a nuestros jefes a observar el desempeño de nuestra gente—en cualquier organización: no lucrativa, militar, negocio, etc. ¡Por qué deberías decir, “Ven a checarme, Jefe!” Nuestros equipos, nuestros jefes, y nosotros mismos nos beneficiamos por esta observación de ciertas maneras. Primero, el jefe debe conocer a su gente y sus habilidades. Esta es su responsabilidad. Al invitar a nuestro jefe a observarnos y a nuestro equipo, ayudamos a que tome consciencia de esto. Segundo, la invitación dice mucho acerca de nosotros como líderes: estamos dispuestos a ser observados y (idealmente) criticados para mejorar tanto nuestro desempeño personal como el de nuestro equipo. También demuestra que estamos interesados en los resultados que damos. Incuso muestra valentía y confianza. Es una actitud que los jefes tanto necesitan como quieren de quienes les reportan—alguien que dice, “¡Ven a checarme, jefe. Ve lo que podemos hacer ahora y danos una retroalimentación constructiva para que podamos ser mejores mañana!” Finalmente, podemos aprender mucho acerca de nosotros mismos como líderes cuando pedimos a nuestro supervisor que observe a nuestro equipo. Si de hecho nuestro equipo nos interesa lo suficiente para ayudarlos a mejorar y desarrollarse, somos capaces de ser la clase de líder que ellos necesitan. Si no es así, entonces por lo menos podemos recibir guía de cómo podemos mejorar como líderes. Permitiendo a nuestro jefe observar al equipo que hemos desarrollado puede ser difícil—pero es también una experiencia muy provechosa. Hay una advertencia importante a esta lección, sin embargo. El evento observado no debe ser un “evento disfrazado” en el cual los miembros del equipo se desempeñan mejor que de costumbre sólo para impresinar al jefe. En lugar de eso, debe ser un desempeño genuino de sus responsabilidades y habilidades actuales. ¿Y para jefes? Como líderes, cuando somos invitados a observar a quienes nos reportan, debemos recordar que podrían ya estar ansiosos y nerviosos. Ellos podrían incluso ser escépticos y preguntarse si estamos allí para un “espectáculo” de liderazgo o para ser un verdadero líder. Vamos a comunicar cual de estos, sea que nos demos cuenta de ello o no. Un líder con una mentalidad colaborativa (fuera de la caja) hace toda la diferencia. Cuando vemos a las personas como personas, nuestra presencia y cómo nos comunicamos lo reflejará. Un líder con una mentalidad colaborativa reconoce un buen trabajo desde una posición de aprecio y admiración. Similarmente, nuestra retroalimentación constructiva viene de una intención sincera de ser de ayuda para el crecimiento y desarrollo de nuestra gente. En contraste, cuando estamos en una mentalidad individualista (dentro de la caja), nuestro aprecio suena vacío (porque lo esta). Como resultado de esto, una crítica puede ser recibida con resentimiento o ambivalencia. Nuestros reportes directos notarán la diferencia. Ellos sabrán cual es nuestra mentalidad. Ellos la sentirán. La próxima vez que nos presentemos con una mentalidad colaborativa, no sólo nos darán la bienvenida de regreso sino que estarán con la expectativa del valor que podemos contribuir a sus vidas. Para recibir los mejores blogs de Arbinger por correo, ¡regístrese a nuestro boletín! |